septiembre 25, 2018 Mónica Alicia Barneda

El viaje de la conciencia a través de la Luna, el Sol y el Ascendente.

Cuando nacemos lo primero que reconocemos es la energía lunar, es lo más cercano y conocido, rige nuestras vivencias más íntimas, familiares y ayuda a decodificar nuestro universo emocional. Cuando estamos asustados o inseguros esta energía se activará como mecanismo lunar, sino se manifestará como talento, aportando al mundo nuestros dones más preciados. Es interesante conocer el signo de nuestra luna (podemos tener más de una Luna dependiendo los aspectos que tenga con otros planetas) pues habla de “aquello que brindamos a los demás tan naturalmente que ni siquiera nos damos cuenta que lo estamos dando”.

 

A medida que vamos creciendo también incorporamos las características del signo donde se encuentra el Sol en nuestra Carta Natal. Simboliza nuestra expresividad creativa, el centro de la conciencia individual, nuestra capacidad de vernos como un individuo. El signo solar es el que todos conocemos como “nuestro signo zodiacal”: se lo asocia a la identidad. Es la cualidad que coherentiza al resto de la carta para una expresión más integral y no tan condicionada por la emocionalidad o por temores pasados como podría serlo el signo lunar en su expresión más regresiva. 

 

 Luego iremos incorporando la energía de nuestro Ascendente, cualidad propia que iremos aprendiendo a través de las experiencias de “destino” que trae aparejadas. El Ascendente es una de las posiciones más importantes de la carta natal, muestra el grado exacto y el signo que había en el horizonte oriental en el momento del nacimiento. Por eso la importancia que tiene saber el lugar y la hora exacta del nacimiento. 

Una vez conozcas y sintonices con tu Sol, tu Luna y tu Ascendente sentirás el fluir de la energía y tu vida cobrará mayor sentido y autenticidad.

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